Recordatorio

Os recordamos que, en este blog, Isa escribe en azul y Fede en rojo. Cuando escribamos en común lo haremos en negro.

sábado, 12 de julio de 2014

Una bacteria

En todo este tiempo que no hemos escrito, hemos hecho muchas cosas y nos han pasado otras tantas.

Un día estuvimos en la reserva Adolpho Ducke (la más grande del mundo), una parte de la selva en las afueras de Manaus que está destinada a visitas e investigaciones científicas. Fuimos los cinco: Carmen, Jairo, Mila y nosotros. Al llegar allí puedes hacer la excursión larga (con todo lujo de detalles y una buena caminata) o una versión más corta y resumida. Por otro lado, existe también la opción de visitar una torre enorme de 42m desde la que se ve toda la reserva y también una parte de la ciudad. Cuando llegamos estaba amenazando lluvia por lo que nos recomendaron hacer la caminata corta, más aún si queríamos visitar la torre (como era el caso) y el tiempo, en todos los sentidos, podía jugar en nuestra contra. Antes de empezar nos dijeron que si comenzaba a llover durante la ruta, habría que volver corriendo porque por lo visto los arboles de allí se caen con mucha facilidad cuando llueve. Tuvimos suerte y, aunque estuvo amenazando todo el tiempo, pudimos hacer la excursión sin rastro de lluvia. Eso sí, en cuanto nos pusimos camino a la torre comenzó a chispear... Pero, sin saber la que se nos avecinaba, los guías decidieron que no habría problema en que siguiéramos hacia allí. La subida es a pie, 42m subidos por escaleras (la verdad es que no se hace tan infernal como parece) y justo cuando íbamos por la mitad comenzó a llover fuerte, una lluvia amazónica en toda regla. Pero claro, ya después de haber llegado hasta allí decidimos seguir subiendo. Por fin llegamos a la cima (la torre se cimbreaba, por cierto, y daba un poco de yuyu; pero los expertos decían que era normal) y la verdad es que las vistas eran muy chulas, a pesar de que las nubes no nos permitieron apreciarlo todo. Nos hicimos unas fotos y bajamos a toda velocidad, más que nada por el peligro a que un rayo nos friera (la torre es metálica) porque mojarnos ya no podíamos mojarnos más, estábamos caladitos. De hecho, nada más regresar a tierra corrimos a refugiarnos a una cabaña que había cerca porque era imposible caminar con esa lluvia, especialmente yo que con gafas no veía un carajo porque los cristales no podían más con tanta agua; pero claro, si me las quitaba la miopía no se convertía en mi mejor aliada precisamente… En fin, nos refugiamos allí a esperar a que aflojara un poco y, mientras, aprovechamos para hacernos algunas fotos bajo la lluvia, total ya no podíamos empaparnos más.
La visita nos gustó mucho, a pesar de que no pudimos hacer la ruta larga y disfrutar a tope de las vistas desde la torre. Además, volvimos a casa bastante fresquitos, ¡hasta pasamos frío cuando en el bus corría un poco de aire!


En la cabaña-refugio




Por otro lado, a pesar de que nuestra casa ya estaba más que estrenada, aún no había sido inaugurada como Dios manda. Anselmo (nuestro jefe de voluntarios) nos propuso que la inauguración se hiciese el sábado 28 y aceptamos encantados. Los cinco nos quedamos a cargo de los preparativos para ese día: comida, bebida, postres… Toda la mañana de ese sábado la dedicamos a cocinar. Yo decidí encargarme de los postres y unas patatas ali oli (esas tan ricas que mi madre me ha enseñado a hacer). Y de postre quería hacer dos tartas, una de limón y la otra de chocolate. Aunque la cosa no empezó muy bien… Cuando me disponía a meter la tarta con bandeja de agua (era al baño María) en el horno, ayudada por Carmen y Mila, la tarta resbaló y cayó por la parte trasera del horno (la bandeja que éste tiene no está muy bien pensada y no llega hasta el final); así que el horno quedó todo lleno de crema de limón y agua; hubo que limpiarlo de arriba abajo y, por supuesto, como es de gas, la llama no volvió a prender hasta hace pocos días (por más que lo secamos y lo intentamos). Así que todos los postres que tenía pensado se fueron al traste pues precisaban de un horno del que ya no disponíamos. Improvisé una pseudo tarta de galletas y chocolate, y una tarta de limón. Mila y Carmen prepararon canapés, brochetas y una especie de croquetas y la verdad es que al final quedó todo bastante decente. La fiesta fue estupendamente y nos divertimos mucho. Bailamos, cantamos, nos reímos y hasta se escaparon algunas lágrimas…  Y es que, aún no os lo habíamos dicho, pero Carmen y Jairo no venían a hacernos compañía indefinidamente. De hecho, sólo venían para pasar un mes pues su misión está en Marabá (también en Brasil, en el estado de Pará), lugar al que partirían el día 1, tres días después de la inauguración. Así que esa noche, la hermana Arizete les dedicó unas palabras muy bonitas con las que Carmen no pudo evitar emocionarse y a mí también se me saltaron algunas lágrimas. 

Aquí, a la inauguración de las casas se las llama "Cha de casa nova" (té de nueva casa) y es normal que los invitados lleven regalos. Estos son los nuestros; la maceta de Arizete (plantada por ella) y el cuadro de Glinis (una amiga de Mila).

Todo lo que preparamos

 Anselmo y Jairo con las banderas de Chile (Mila) y Colombia (Jairo y Carmen). Ese dia Chile quedó eliminado de la copa.

La señora Iolanda (la buenísima cocinera de la curia) y su hija, conversando con Mila.

Jordano (hermano jesuita), Deuzarina (compañera de trabajo de Mila) y Franciulma (trabajadora de la curia)

Fede y yo conversando con Arizet



Anselmo comenzando la ceremonia para bendecir la casa


Anselmo bendiciendo nuestro cuarto (así lo hizo con cada una de las partes de la casa). De haber sabido que iba a entrar lo habríamos adecentado un poco...

Brindando

Aquí Fede, Mila y yo estábamos entregando a Jairo y Carmen un cuenquito de madera (típico de aquí) que Arizete les había traído. El cuenco es bueno para los buenos momentos (pues valdría para recoger agua y beberla cuando se tiene sed) y también para los malos (serviría para achicar aguas en un barco inundado); Arizete lo explicó mucho mejor, fue muy emocionante. Ellos se llevan el cuenquito para Marabá y nosotros nos quedamos con una ranita que trae un palito y cada vez que la hagamos sonar simbolizará que nos acordamos de ellos (en una especie de conexión con el cuenco que ellos se han llevado).

La señora que está hablando es Célia, ella es la que nos invitó a almorzar aquella vez que se emocionó cuando todo salió bien después de que se le fuera la luz durante la preparación del almuerzo. No sé si os acordáis, lo narramos en una entrada antigua.

Bailando con Jairo

Aquí Arizet estaba contando el simbolismo del cuenquito


 Mila bailó con Arquelino el baile típico de Chile, la cueca chilena





Claudemir (hermano del Padre Cleomar) apareció por allí y amenizó durante un buen rato la velada con su guitarra. Cantamos muchas canciones bastante conocidas.


En definitiva, la fiesta fue un éxito, y lo habría sido aún más si a la mañana siguiente no hubiéramos amanecido enfermos. Y es que el domingo amanecimos todos con diarrea, fiebre, vómitos y cagalera (si queréis más detalles, preguntadme :D). Ese día fuimos cayendo uno tras otro: primero Mila, después yo, más tarde Jairo y Fede y, por último, Carmen. Pasamos un día malísimo, tanto que el lunes decidimos ir al médico. A cada uno nos atendieron en un consultorio. Primero te ve una enfermera que te toma la tensión y la temperatura y después ya pasas al médico que te haya tocado. En el caso de Carmen y mío, nuestra médica nos mandó análisis de sangre y hasta de caca. Estaba claro que era una intoxicación alimentaria, pero querían saber qué la había ocasionado. Las pruebas fueron concluyentes, una bacteria que íbamos a combatir con suero oral y antibióticos.
Estando en el médico apareció también uno de los invitados a la inauguración, enfermo  también, por supuesto (¡qué apuro!). Y es que no sólo caímos malos nosotros, sino también el resto de invitados (creo que, de los asistentes, sólo se libraron dos). Sospechamos que la fuente del “envenenamiento” fue el ali oli casero de mis patatas pues llevaba huevo crudo. Así que no volveré a hacerlas en muuuuuuucho tiempo y creo que nadie querrá cenar en nuestra casa en muuuuuuuuuucho más tiempo aún. Como dice nuestra amiga Majo, pusimos de vacaciones a media compañía de Jesús.
Nos dio mucha pena, aparte de por la gente, también por nuestros colombianos. No pudimos hacerles una despedida el lunes por la noche (el martes ya se iban)  y, para colmo, tuvieron que viajar malitos…

Ese domingo en el que comenzamos a caer enfermos, fuimos las dos parejas a comer a casa de la hermana de Arizete, que cumplía 40 años. Mila no vino porque ya se encontraba bastante mal. Allí fue donde yo comencé a sentirme peor... cómo sería la cosa, que al subirme la fiebre me entró frío ¡Frío en Manaus! ¡Hasta me arropé con una manta polar al llegar a casa (gracias Majo por dejárnosla en herencia)!

El patio de la casa, donde asaron el pescado

La madre de Arizet y su tío


Ayudamos a inflar globos para la ocasión

La rica comida que nos pusieron, lástima que no pudiéramos digerirla...

El bizcocho de cumpleaños



Cantando el parabéns a la cumpleañera

Fede con el hermano de Arizet y el yerno de éste



El pequeño Emanuel (hijo de nuestro amigo Ney, el profe de capoeira), también se animó a soplar las velas. La que está a mi izquierda con la trenza es su madre, Keithy.

Como ya estaba sintiéndome mal y con diarrea, la madre de Arizet me preparó este ungüento hecho con hojas o cáscara (no recuerdo muy bien) de guayaba blanca. Por lo visto, muy bueno para cuando se está mala con la barriga.

Con Carmen y Jairo y unos niños que asistieron al cumpleaños y quisieron hacerse una foto con nosotros

La cumpleañera con unas rosas que recibió (no sé de quién)

En fin, males aparte. Durante nuestra recuperación Fede y yo fuimos uno de los días al INPA, es como un parque  natural con animales tanto sueltos (monos, roedores gigantes, pájaros…) como enjaulados (yacarés, serpientes…) o en piscina (peixe-bois). Fue una mañana de lo más entretenida y ese día, además, ya empezamos a salirnos de nuestra dieta astringente, de hecho, al acabar la visita nos tomamos cada uno un merecido y deliciosísimo helado de maracujá, ¡no os hacéis a la idea de qué rico estaba!






Aquí estaba hablando con el padre Cleomar, me estaba diciendo que irían a ponernos las mosquiteras a casa. Y, en efecto, por fin ya las tenemos :D



Bambú gigante

Esto estaba en el museo, y no podíamos desaprovechar la oportunidad de hacer el tonto claro...

Sentada con un poco de miedo en una silla de cartón



Con la hoja más grande de Brasil  En 1997 fue registrada como la mayor hoja dicotiledónea del mundo.


En la entrada del INPA

El delicioso helado de maracujá


Estos días Arquelino tuvo que exponer un trabajo muy importante en su carrera (está haciendo administración)  y nos invitó a que fuéramos a verlo. Así que p’allá que fuimos. Lo hizo estupendamente, el mejor de su clase, debe ser el empollón. En comparación con el resto, se había currado el trabajo y la exposición muchísimo. Nos encantó y todos salimos de allí muy contentos, y congelados por cierto, porque en la universidad ponen el aire acondicionado sin conocimiento. La calificación ya la sabemos, un 9.7, todo un lumbreras vamos.


Arquelino exponiendo su trabajo. La luz del cuarto no se prestaba para una foto mejor que, además, fue hecha con el móvil.

Ayer quedamos para comer con Fernando,  un jesuita español al que puede considerarse cabeza del  Equipo Itinerante. Es el que más año lleva allí y el que más sabe de cultura amazónica, a pesar de no ser ni siquiera Brasileño. Es canario y, además, ¡físico! ¡cómo nosotros! Estudió la carrera en Sevilla (sufriendo, por supuesto, a Brey, el famoso primo físico de Rajoy)  y nada más acabarla embarcó hacia su vida como misionero, así que nunca llegó a ejercerla.
Ahora, tiene que ir a Canarias por cuestiones personales y antes ha parado aquí en Manaus durante unos días. Así que para nosotros ha sido todo un regalo, conocerlo y charlar después de haber oído hablar tanto de él; porque además es tan simpático y agradable que fue como si lo conociésemos de toda la vida.

*Nota: Todas aquellas palabras que veáis en un azul más oscuro es porque enlazan a algo, podéis pinchar en ellas sin miedo.

P.D: Carmen y Jairo, os echamos de menos. Nuestras charlas, nuestras noches “pinchando” música y, cómo no, llegar a casa y tener la comida preparada, eso también se echa de menos jaja. Ha sido estupendo vivir con vosotros y compartir tantos momentos (y bacterias). También ha sido una pena que tuvierais que marcharos, pero así son las cosas. Así que ahora lo que toca es que desde allí sigáis luchando por la justicia y los derechos humanos, y confiamos en que lo haréis y de la mejor manera posible.

P.P.D: Perdonad por todo el rollo que he soltado, pero es que con tanto jaleo que hemos tenido se han acumulado las cosas que contar. Al menos, va bastante surtido en fotos. También tenemos algunos vídeos, pero unos contratiempos con nuestros dispositivos nos están dando problemas para subirlos, así que los dejamos para más adelante.

Saludos a todos. Muchos besos y abrazos, en especial a nuestras familias. Se os echa de  menos y se os quiere mucho.

Fede e Isa.